domingo, 31 de marzo de 2013

10 NUTRIENTES EN UNA GOTA DE LECHE


El agua que concentra la leche madura (88%) es la cantidad precisa de requiere el niño para mantenerse hidratado. También concentra un 0,9% de proteínas, que favorece la absorción del hierro en el intestino e impiden el crecimiento de bacterias nocivas en el tracto gastrointestinal. Además aportan al desarrollo y maduración del sistema nervioso central.

Esta leche es rica en vitaminas de todo tipo: A, K, E, D, C, complejo B... Su proporción es variable y dependerá de la dieta alimenticia de la madre. Los especialistas recomiendan el consumo de pescado, frutas y legumbres para producir la mejor leche para el bebé. Las grasas forman el 5% de la leche y representan entre un 50% del total de calorías. Otro 40% de calorías lo concentra la lactosa, el principal carbohidrato que genera la madre. Se produce en la glándula mamaria a partir de glucosa y es la fuente de energía del bebé.

Los minerales (principalmente calcio, hierro, potasio, flúor y magnesio) aportan al buen funcionamiento renal del recién nacido. Particularmente, el zinc ayuda a la inmunidad celular y a la formación de enzimas.

Las hormonas son fundamentales para el desarrollo de varias áreas. La eritropoyetina que produce la leche materna estimula la formación de glóbulos rojos, la maduración del sistema nervioso, fortalece el sistema inmune y ayuda a la maduración intestinal. En tanto que los factores de crecimiento dan impulso a la maduración de varios órganos. La doctora Patricia Pacheco, subdirectora técnica del hospital gineco-obstétrico Enrique C. Sotomayor, resume que la leche materna es la fórmula ideal para evitar infecciones intestinales, respiratorias y alergias.

Fuente e infografía: http://www.elcomercio.com/sociedad/nutrientes-gota-leche-maternidad-leche-nuticion-Ecuador_0_747525362.html.

Somos las que somos


Foto: Somos las que somos.

Las que vamos siendo.

Sin dogmas ni condicionamientos.

La belleza verdadera se irradia desde adentro, desde el brillo genuino de nuestra pasión pulsante.

Somos hembras bellas, auténticas y sabias.

El pujo de la Vida nos corona como Reinas.

Tejemos nuevas redes restaurando esperanza.

Somos Mujeres Bendecidas, creadas a imagen y semejanza de la Divina Madre.

Ciclamos con la Luna, danzamos con la Tierra, y en esa danza espiral nos renovamos, restaurando nuestras heridas, convirtiéndolas en portales hacia la sanación y la integridad.

Somos cálices sagrados donde mora la Diosa, Infinita y Lejana ,y, al mismo tiempo, íntimamente Cercana. Somos Mujeres Sagradas, transformadoras concientes, Guardianas de la Vida y la Renovación permanente.

(Extraído del libro en construcción "El Oráculo de la Mujer Sagrada", de Mónica Glusman)Somos las que somos.
 que vamos siendo.

Sin dogmas ni condicionamientos.

La belleza verdadera se irradia desde adentro, desde el brillo genuino de nuestra pasión pulsante.

Somos hembras bellas, auténticas y sabias.

El pujo de la Vida nos corona como Reinas.

Tejemos nuevas redes restaurando esperanza.

Somos Mujeres Bendecidas, creadas a imagen y semejanza de la Divina Madre.

Ciclamos con la Luna, danzamos con la Tierra, y en esa danza espiral nos renovamos, restaurando nuestras heridas, convirtiéndolas en portales hacia la sanación y la integridad.

Somos cálices sagrados donde mora la Diosa, Infinita y Lejana ,y, al mismo tiempo, íntimamente Cercana. Somos Mujeres Sagradas, transformadoras concientes, Guardianas de la Vida y la Renovación permanente.

(Extraído del libro en construcción "El Oráculo de la Mujer Sagrada", de Mónica Glusman)

Ama tu Placenta


AMA CUIDA Y OFRENDA TU PLACENTA,ELLA TAMBIÉN ES PARTE DE TU BEBE.
Foto: Los Navajo de la zona suroeste de Estados Unidos entierran la placenta de sus hijos dentro de lo que denominan las Cuatro Esquinas sagradas para ligar a su nuev@ hij@ con su tierra y sus ancestros.

Los Maoríes de Nueva Zelanda entierran la placenta en tierra nativa por la misma razón. De hecho tierra y placenta comparten la misma palabra: whenua.

En ciertas zonas de Siberia se piensa que se ha enterrado mal o en un mal sitio la placenta si el bebé enferma. Entonces se desentierra y se le busca un lugar mejor para que el niño o la niña sanen.

Los Ibo de Nigeria y Ghana consideran la placenta como la gemela del bebé. Los Aymara y Quechua de Bolivia dicen que la placenta tiene su propio espíritu.

La gente de Malasia consideran la placenta como hermana mayor de sus hij@s. Los Parigi en Celebes Islands la reservan en algodón blanco hasta que la madre la entierra con un ritual. Parecidos rituales se encuentran en Java y Bali.

Los Toba-Bataks de Sumatra creen que la placenta contiene una de las 7 almas que cada persona posee. En Islandia se piensa que el espíritu guardián del bebé reside en la placenta, de hecho la llaman “fylgia” que significa “angel de la guarda”.

En el oeste de Australia la placenta es la compañera del bebé y se guarda durante 3 días antes de ser enterrada en silencio.

Los Baganda de Uganda consideran la placenta como un segund@ hij@, que posee su propio espíritu. Si el niñ@ tiene sangre real la placenta puede ser incluso llevada en procesión.

Los indios araucanos de Chile y Argentina atribuyen a la placenta poderes mágicos. Dicen que si se arroja a un campo de cultivo lo tornará estéril. Es por eso que hay que enterrarla profundamente.

Los antiguos egipcios creían en la dualidad de almas: un alma habitaba el cuerpo, la otra la placenta. Templos han sido construidos para enterrar las reales placentas de los faraones.

El mundo “civilizado”

En nuestras sociedades la práctica habitual es que los padres apenas vean la placenta cuando nace, cuanto menos honrarla. De hecho cuando nace el bebé parece que lo que queda de nacimiento son ya “los desechos” que cuanto antes se limpien y eliminen mejor.

Tras la expulsión de la placenta (muchas veces forzada, a fuerza de inyección) el hospital la vende a una farmacéutica y/o cosmética. O incinera todas juntas junto al resto de residuos orgánicos.

Tratamos nuestras placentas como si no tuvieran alma y el nacimiento como si no fuera sagrado.

Como debería ser

Deberíamos honrar este órgano que da vida y respetarlo como tal, ser capaces de admirar nuestros cuerpos en su perfección y magia, agradecer a la Naturaleza el milagro de la gestación y el nacimiento.

Deberíamos ser capaces de mirar más allá de una masa sanguinolenta: la placenta es fuente de vida, un órgano mágico que aparece sólo para albergar y proteger a tu bebé y a ti. Cada nacimiento tendrá su placenta y cada vida estará ligada a la misma.

Tras el nacimiento del bebé deberíamos esperar a que el útero expulsara este órgano mágico, con el mismo cariño y paciencia con el que hemos dado a luz a nuestro bebé. Y agradecer a la vida el regalo de haber tenido semejante placenta.

Si honras tu placenta honras tu vida. — Navajo de la zona suroeste de Estados Unidos entierran la placenta de sus hijos dentro de lo que denominan las Cuatro Esquinas sagradas para ligar a su nuev@ hij@ con su tierra y sus ancestros.

Los Maoríes de Nueva Zelanda entierran la placenta en tierra nativa por la misma razón. De hecho tierra y placenta comparten la misma palabra: whenua.

En ciertas zonas de Siberia se piensa que se ha enterrado mal o en un mal sitio la placenta si el bebé enferma. Entonces se desentierra y se le busca un lugar mejor para que el niño o la niña sanen.

Los Ibo de Nigeria y Ghana consideran la placenta como la gemela del bebé. Los Aymara y Quechua de Bolivia dicen que la placenta tiene su propio espíritu.

La gente de Malasia consideran la placenta como hermana mayor de sus hij@s. Los Parigi en Celebes Islands la reservan en algodón blanco hasta que la madre la entierra con un ritual. Parecidos rituales se encuentran en Java y Bali.

Los Toba-Bataks de Sumatra creen que la placenta contiene una de las 7 almas que cada persona posee. En Islandia se piensa que el espíritu guardián del bebé reside en la placenta, de hecho la llaman “fylgia” que significa “angel de la guarda”.

En el oeste de Australia la placenta es la compañera del bebé y se guarda durante 3 días antes de ser enterrada en silencio.

Los Baganda de Uganda consideran la placenta como un segund@ hij@, que posee su propio espíritu. Si el niñ@ tiene sangre real la placenta puede ser incluso llevada en procesión.

Los indios araucanos de Chile y Argentina atribuyen a la placenta poderes mágicos. Dicen que si se arroja a un campo de cultivo lo tornará estéril. Es por eso que hay que enterrarla profundamente.

Los antiguos egipcios creían en la dualidad de almas: un alma habitaba el cuerpo, la otra la placenta. Templos han sido construidos para enterrar las reales placentas de los faraones.

El mundo “civilizado”

En nuestras sociedades la práctica habitual es que los padres apenas vean la placenta cuando nace, cuanto menos honrarla. De hecho cuando nace el bebé parece que lo que queda de nacimiento son ya “los desechos” que cuanto antes se limpien y eliminen mejor.

Tras la expulsión de la placenta (muchas veces forzada, a fuerza de inyección) el hospital la vende a una farmacéutica y/o cosmética. O incinera todas juntas junto al resto de residuos orgánicos.

Tratamos nuestras placentas como si no tuvieran alma y el nacimiento como si no fuera sagrado.

Como debería ser

Deberíamos honrar este órgano que da vida y respetarlo como tal, ser capaces de admirar nuestros cuerpos en su perfección y magia, agradecer a la Naturaleza el milagro de la gestación y el nacimiento.

Deberíamos ser capaces de mirar más allá de una masa sanguinolenta: la placenta es fuente de vida, un órgano mágico que aparece sólo para albergar y proteger a tu bebé y a ti. Cada nacimiento tendrá su placenta y cada vida estará ligada a la misma.

Tras el nacimiento del bebé deberíamos esperar a que el útero expulsara este órgano mágico, con el mismo cariño y paciencia con el que hemos dado a luz a nuestro bebé. Y agradecer a la vida el regalo de haber tenido semejante placenta.

Si honras tu placenta honras tu vida. —

sábado, 30 de marzo de 2013

Frases

Mejorar el estado emocional de la embarazada es mejorar la salud de la sociedad. Vivette Glover

Descubre el potencial natural del Embarazo a traves de Kundalini Yoga y Meditación y conviértete en una mujer, Generosa, Bella y Dichosa.

El amor te sostiene, te aporta experiencia y te pone en contacto con tu propio infinito para que seas cada vez más bella, generosa y dichosa -Yogi Bhajan- 

viernes, 29 de marzo de 2013

El papel de las hormonas

Para poder gestar y parir a un bebe, el organismo de la mujer experimenta una serie de cambios de diversa índole. Pueden parecernos molestos, pero son el fruto de la evolución de nuestra especie ya que aportaron en su momento las ventajas  necesarias para la supervivencia de la hembra gestante y su cría. Conocer su función puede ayudarnos a verlos de forma más positiva.
Durante la gestación y durante los primeros meses de vida del bebé, el cuerpo de la mujer desarrollará tres funciones: nutrir, proteger y transportar a la cría. Para cumplir con estas necesidades básicas se ponen en funcionamiento las hormonas del embarazo. Son las siguientes:
Gonadotropina coriónica
Es la hormona que conocemos más pronto, pues es la que detectan los test de embarazo. Suele aparecer en la orina alrededor de 14 días después de la concepción y en sangre a los 9 días. Su función se relaciona con la necesidad de protección del bebé y es necesaria para mantener la viabilidad del embarazo en el primer trimestre, pues regula los ovarios y  las otras hormonas en los primeros momentos y hasta que empiezan a producirse en la placenta. Es la causante de las náuseas del primer trimestre.
Estrógenos
Esta hormona es la encargada de regular la progesterona y de facilitar el crecimiento y desarrollo de la placenta. También juega un importante papel en el desarrollo del bebé, concretamente en la maduración de diversos órganos y el desarrollo de las características sexuales. Es causante de diversas molestias como enrojecimiento y pigmentación de la piel, dolor en los pechos, retención de líquidos y ganancia de peso, pero también da un aspecto de plenitud a la embarazada y favorece la lactación por el desarrollo de las mamas.
Progesterona
Es la hormona protectora por excelencia. Al inicio del embarazo favorece la anidación del embrión y posteriormente va a encargarse de mantener el embarazo. Sus funciones son variadas: desarrolla el endometrio, hace que funcione la placenta, permite que el sistema defensivo materno reconozca al embrión como propio, limita la actividad muscular uterina, refuerza el tapón mucoso, relaja la musculatura lisa (arterias, venas, tracto urinario…) y refuerza la pelvis para el parto.
Es la hormona causante del aumento de la temperatura corporal, el estreñimiento, varices, hemorroides, problemas de visión, ardores, cefaleas, pérdidas de orina y aumento de infecciones urinarias. Pero, por otro lado, permite un mayor aprovechamiento de los nutrientes y un aumento de la libido (mejora en la lubricación, sensibilidad, intensidad de los  orgasmos…). Al final del embarazo, los niveles de progesterona caen, mejorando muchos de estos síntomas.
Lactógeno placentario
Esta hormona es la responsable de la modificación de la forma en que la madre utiliza los nutrientes que ingiere. Aparece en las primeras semanas y se asegura de que las proteínas y la glucosa que ingiere la madre lleguen al feto. Así, regula los niveles en sangre de glucosa y aumenta la resistencia a la insulina para asegurar que llegue la glucosa al bebé.
Es causante de la diabetes gestacional, pero también se considera que esta insulinorresistencia es una adaptación evolutiva, puesto que no en todas las épocas y lugares el acceso a los azucares y demás hidratos de carbono ha sido tan fácil y habitual como en este momento.
Relaxina
Es la hormona encargada de relajar músculos y articulaciones, favoreciendo la elasticidad de la musculatura y la movilidad de los huesos de la pelvis (para el nacimiento del bebé). También adapta la columna al nuevo centro de gravedad del cuerpo durante el embarazo.
Es la causante de diversos dolores musculares como lumbalgia o dolor del pubis al final del embarazo y de las caídas y torceduras durante el embarazo.
Prolactina
La función de esta hormona es producir leche, pero sólo una vez nacido el bebé, antes los estrógenos y la progesterona se lo impiden.
Oxitocina
Es la llamada “hormona del amor”, pues la producimos cuando nos enamoramos, practicamos sexo, etc., pero tiende a inhibirse si la adrenalina entra en escena. Es segregada durante todo el embarazo y se mantiene estable –gracias a la progesterona- hasta que comienza el parto. Entonces, va aumentando progresivamente para dotar de mayor efectividad a las contracciones que permiten la dilatación del cuello uterino.
Una vez nacido el bebé estimula la eyección de la leche, favorece que madre y bebé se enamoren y asimismo ayuda a que el útero se contraiga y recupere su tamaño habitual.
Adrenalina
Esta hormona no es exclusiva de la gestación. Sirve para mantenernos alerta y luchar por la supervivencia. Las consecuencias de su producción en el organismo debido al miedo o la ansiedad durante el embarazo pueden ser perjudiciales:
Disminuye el flujo sanguíneo al útero y por tanto, al bebé (bradicardias, sufrimiento fetal…)
Altera los niveles de glucosa en sangre
Altera los niveles de estrógenos y progesterona
Disminuye los niveles de oxitocina (parto estancado o contracciones poco efectivas).
Endorfinas
Estas hormonas constituyen una anestesia natural que segrega nuestro organismo. Antes del inicio del parto comienzan a aumentar y luego progresivamente a medida que el parto va avanzando, alterando la percepción de la sensación de dolor que puede producirse durante el mismo. Es la causante, junto con la oxitocina, de la sensación de euforia y enamoramiento una vez nace el bebé.
Para favorecer la aparición de endorfinas es vital sentirse relajada y segura, sin estrés, ni tensiones, miedos o preocupaciones. Asimismo, el uso de analgesia farmacológica  como la epidural o petidina detiene la producción de las endorfinas.


Oxitocina la hormona del amor



La OXITOCINA, también conocida como "HORMONA DEL AMOR", produce estabilidad emocional y combate estados de ansiedad y estrés, está presente cuando nos ENAMORAMOS, besamos y acariciamos a la persona amada, forma parte del ciclo de la RESPUESTA SEXUAL, durante el TRABAJO DE PARTO produce las CONTRACCIONES uterinas, después del parto estimula la producción de leche, favoreciendo la LACTANCIA MATERNA y forma parte de la CONDUCTA MATERNAL.



Psicoprofilaxis Perinatal

Definición Doula



Ser Doula es emprender un viaje en el que por el camino encuentras a otras viajeras que son madres y con ellas continúas viajando.El rol de la doula es un modo de “ser” no de “hacer”. La doula es una aprendiz permanente de la vida que explora e investiga, es guía y amiga. La doula está en continuo crecimiento personal y le caracteriza su grandeza humana, sin la cual no le sería posible acompañar a otras mujeres en su aventura vital como madres. Ser doula implica una gran capacidad de introspección, una profunda conciencia personal y largos momentos de reflexión. Pam Adams

"Las doulas son mujeres sabias que acompañan a otras mujeres durante el camino a la maternidad. La labor fundamental de una doula es ofrecer soporte, apoyo y contención emocional durante el embarazo, parto y puerperio. Hablando desde un sentido más espiritual “…una doula es una mujer que acompaña desde el Amor y la Presencia, a otra mujer en el Camino de la Maternidad. Una doula es aquella mujer que, desde su conexión directa con su esencia femenina, acompaña a la mujer a re-encontrar su Poder y su Intuición para ser la madre que sólo ella Es”  tal como lo dice Erika Irusta, una bella doula española


La labor de una Doula está definida en estas hermosas palabras de Jorge Bucay

Quiero que oigas sin juzgarme
Quiero que opines sin aconsejarme
Quiero que me ayudes sin intentar decidir por mi
Quiero que me abraces sin asfixiarme
Quiero que me animes sin empujarme
Quiero que me sostengas sin hacerte cargo de mi.

Y la Doula contentaría:

Quiero que sepas... que hoy puedes contar conmigo... sin condiciones.



"Las mujeres deberían saborear y celebrar el embarazo, la gestación de la siguiente generación, como el milagro que es, un periodo esencial en el desarrollo de su hijo/a. Es un periodo en que podemos conectar con nuestro hara (el centro de creación del cuerpo) de la manera más directa y poderosa posible. El embarazo no es una enfermedad, ni un periodo en que se nos deba tratar con guantes de seda. De todos modos es un periodo en que necesitamos de silenciosa reflexión para sintonizar con nuestro cuerpo y descansar (...) es un periodo esencial para la salud de la generación siguiente"

Dra. Christiane Northrup "Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer"

martes, 26 de marzo de 2013

Bebé Prematuro


Cuando un bebé llega al mundo de manera prematura, se genera alrededor una gran mezcla de sentimientos difíciles. Miedo, incertidumbre, negación, shock, angustia son algunas de las sensaciones que atraviesan las familias en esta situación. Como madres, la separación de nuestro bebé recién nacido es muy fuerte y dolorosa, si bien sabemos que lo estamos poniendo en manos de quienes podrán cuidarlo y asistirlo mientras necesite ayuda hasta poder estabilizar sus funciones vitales básicas, como la respiración, la temperatura corporal, el ritmo cardíaco y la posibilidad de succionar del pecho materno para alimentarse.

Pero incluso en bebés que por su inmadurez aún no pueden ser amamantados, es preciso saber que los padres podemos estar muy cerca de nuestros pequeños y hacer mucho por ellos para que se recuperen, poniendo en práctica lo que se conoce como el Método Madre Canguro. Este es un método de cuidado de bebés prematuros que parte de la base de colocar al niño en contacto piel con piel con su mamá (o eventualmente su papá) el mayor tiempo diario posible. La esencia de este método es devolverle al bebé el tiempo que le faltó dentro de la panza de mamá, pero de manera externa, reproduciendo lo mejor posible las condiciones intrauterinas.

Una vez que el bebé es capaz de regular en forma estable algunas constantes como la frecuencia respiratoria sin asistencia, este método puede emplearse casi sin restricciones. Si bien no hay aún demasiadas investigaciones al respecto, se ha observado que los bebés con quienes se utiliza este método lloran menos y pueden utilizar esa energía para crecer, lo cual favorece su más pronta recuperación y, en consecuencia, su regreso a casa donde, según el caso y con el seguimiento apropiado, se puede continuar utilizando los cuidados madre canguro.

La Organización Mundial de la Salud ha desarrollado documentos muy serios sobre el tema y trabaja en la difusión y capacitación de instituciones médicas sobre la aplicación de este método, de modo que cada vez más madres y padres que tienen a sus bebés en las unidades de cuidado neonatal puedan participar activamente de la atención y la recuperación de sus hijos de la mano de esta práctica.
Se ha demostrado que este método equivale, cuando menos, a la atención convencional en incubadora en lo que respecta a seguridad y protección térmica del bebé, además de contribuir a la humanización de la atención neonatal, potenciando los vínculos afectivos entre madre e hijo.

Los padres que han experimentado este método han expresado una gran sensación de tranquilidad y bienestar al sentir que están siendo útiles en el cuidado de sus delicados bebés, y esto repercute sin dudas en una mayor confianza y autoestima, en un momento en el que como familia se sienten sumamente vulnerables. El método se inicia progresivamente con sesiones que idealmente no deberían ser menores a 60 minutos (un tiempo inferior representa cambiar las condiciones del bebé de la incubadora al pecho de su mamá y luego nuevamente a la incubadora demasiado rápido y esto produce mucho estrés en un prematuro), y en las instituciones donde las madres pueden alojarse y permanecer las 24 horas junto a sus bebés, se llega a un contacto casi ininterrumpido entre el bebé y su mamá, dado que puede continuarse incluso mientras la madre duerme o hace algunas tareas.

Vale aclarar que el Método Madre Canguro es también una excelente forma de vincularse con un bebé de término en perfecto estado de salud, ya que ese contacto estrecho cuerpo a cuerpo cubre las necesidades de cualquier bebé en lo que respecta a regulación de la temperatura corporal, lactancia materna, protección frente a infecciones, estimulación, seguridad, apego y amor.

SIN MIEDO Y SIN ESTRÉS

Es uno de los obstetras más reconocidos del mundo. Michel Odent asegura que la parafernalia médica, lejos de ayudar a las mujeres a parir, les produce un miedo y un estrés impresionantes. Lo que hay que hacer, dice, es generar un clima relajado, bajar al mínimo la intervención externa y dejar que la mujer sea la dueña de su parto, tal como lo hace cualquier hembra mamífera. Aquí, sus potentes razones.
Por Francisca Gálvez V.

Nada tiene que ver con la moda de lo natural. Ni siquiera con la idea, tan en boga, de volver a lo simple. Michel Odent (81) ha comprobado, científicamente, que los protocolos, técnicas e instrumentos que se utilizan en casi todas las clínicas de maternidad generan condiciones que frenan la liberación del flujo hormonal necesario para que se produzca el parto.
La reina de estas hormonas es la oxitocina, que relaja a la mujer, ayuda a las contracciones y hace fluido el parto. Hormona que todas las hembras, de cualquier especie de mamíferos, secretan y que en el mundo animal funciona a la perfección. Pero lo que está pasando, con tanto “progreso” médico, es todo lo contrario. A la hora del parto, muchas veces se estimula la región cerebral del neocórtex, encargada del pensamiento racional, y que hace que se secrete adrenalina, una hormona que produce tensión, inhibe las contracciones necesarias para el nacimiento y hasta puede impedir la salida natural de la guagua. Por eso, “más que humanizar el parto, se trata de mamiferizarlo”, sentencia Odent.
Autor de más de 50 papers científicos y 12 libros traducidos a 22 idiomas, como La cientificación del amor, El granjero y el obstetra y La cesárea, cuando se habla de nacimiento, el doctor Michel Odent es una palabra mundialmente autorizada. La experiencia que adquirió entre 1962 y 1985, como encargado de la maternidad del Hospital de Pithiviers, en Francia –donde atendía alrededor de mil partos al año– fue más que suficiente para convertirlo en uno de los principales impulsores del alumbramiento con la mínima intervención de agentes externos. Fue también el precursor de las piscinas en las salas de parto.
 En su reciente paso por Chile, en el marco del Cuarto Congreso Anual de Matronas, compartió una vez más sus interesantes y siempre removedoras reflexiones.
¿Por qué le parece urgente cambiar la manera habitual en que se llevan a cabo los nacimientos?
Tiene que ver con mi propia experiencia. Esto partió cuando estaba encargado de la unidad de cirugía del Hospital de Pithiviers y, como había aprendido la técnica de la cesárea, me pusieron también a cargo de la unidad de maternidad.
 Fue una cosa accidental. Con la experiencia, y al ir conversando con las matronas, me fui interesando más y más en los nacimientos. Les preguntaba cosas como: “¿Por qué se apuran en cortar el cordón?”, “¿Por qué rompen las membranas de manera rutinaria?” Y siempre me respondían que es lo que habían aprendido en la universidad. De a poco fuimos cuestionándonos esas cosas. Era un área rural, y nos dimos cuenta de que las mujeres campesinas se sentían intimidadas en el hospital, por eso fuimos re acondicionando el ambiente. 
Un día transformamos una sala de partos en una habitación cotidiana, con ambiente hogareño y sin ningún equipo médico visible. Compramos un piano e invitamos a las embarazadas a cantar juntas. Nos reuníamos todos; las matronas, las secretarias, las recién paridas. Después de cantar se relajaban y conversaban. Fue una manera maravillosa para que las mujeres se familiarizaran con la gente y el lugar. 
En otra oportunidad compré una piscina inflable, asumiendo que la inmersión en agua a la temperatura corporal podría facilitar el proceso del nacimiento y hacer que las mujeres alcanzaran un estado de relajación. Ese fue el comienzo de la historia de las piscinas de parto en los hospitales.
¿Cuáles diría que son las necesidades básicas de la mujer en trabajo de parto?
Lo primero es entender que el parto es un proceso involuntario. La parte activa del cerebro de una mujer en trabajo de parto es aquella parte primitiva: el hipotálamo, la glándula pituitaria o hipófisis. Son estructuras cerebrales arcaicas, que los humanos compartimos con todos los mamíferos, y su función es liberar el flujo hormonal necesario para que se produzca el parto.
 Por eso es un proceso involuntario, y este tipo de proceso se da en situación de relajo, por lo tanto puede ser inhibido por factores que hacen aumentar la adrenalina, al estimular el neocórtex y el intelecto. Hay un antagonismo entre adrenalina y oxitocina. La adrenalina es una hormona que secretan los mamíferos, incluyendo los humanos, en situaciones de emergencia, cuando estamos asustados, nos sentimos observados o tenemos frío. Cuando esta hormona es liberada, no es posible liberar oxitocina. Esta última es fundamental en el proceso del parto por dos razones: primero, porque es necesaria para producir contracciones uterinas efectivas, y también porque es considerada el principal componente del cóctel de hormonas del amor que una mujer debiera liberar al momento de dar a luz.
Dejar fuera el intelecto
¿Qué situaciones aumentan la adrenalina en el parto?
Por ejemplo, muchas veces se recomienda a las mujeres estar de pie y caminar, con la idea de que la gravedad facilitará la bajada del bebé, pero cuando entiendes la importancia de las hormonas no puedes aceptar esta recomendación porque aumenta la adrenalina. Si una mujer en preparto está pasiva, recostada, eso evidencia baja adrenalina. Entonces, ¿por qué interferir y pedirle que camine? Es absurdo. Pero, además, es importante preocuparse de los detalles: que la habitación esté cálida, alejar de la parturienta a las personas que puedan estar liberando adrenalina, pues ésta es contagiosa, por eso es importante que la matrona tenga un bajo nivel de adrenalina.
¿Por qué es importante que el neocórtex deje de funcionar durante el parto?
Los seres humanos hemos desarrollado a un grado extremo lo que llamamos el cerebro neocórtex, donde está el intelecto. Esto hace más difícil nuestro proceso de parto, pues las inhibiciones provienen desde la actividad del cerebro pensante. El parto no es asunto del intelecto; por tanto, cuando una mujer está dando a luz el neocórtex debe dejar de trabajar, y eso es lo que ocurre. Una mujer de parto se evade hacia otro estado, es indiferente a todo lo que pasa alrededor, olvidando lo que ha aprendido, pudiendo comportarse de maneras consideradas inaceptables para mujeres civilizadas. Puede gritar, decir garabatos, ser maleducada o impropia, puede ubicarse en posturas extrañas, o hablar cosas sin sentido. Todo eso significa que la parte racional dejó de trabajar y es una buena señal. La mujer debe ser protegida de la estimulación del neocórtex.
¿Cómo se evita estimular el neocórtex?
El principal estimulante del neocórtex es el lenguaje, y es la interferencia negativa más común en el parto. Se debe evitar hablar, y lo que se diga debe hacerse con extrema precaución. Es importante evitar cierto tipo de lenguaje más racional y numérico. Se debe evitar preguntar cosas a la mujer de parto. Es increíble el número de preguntas inútiles que se les hace a las parturientas. Para entender esto se puede hacer una analogía con el acto sexual. Si una pareja está en un estado pre orgásmico, y de pronto la mujer le pregunta a su marido qué quiere comer para la cena, esa pregunta estimulará su neocórtex y puede interrumpir el proceso del acto sexual.
¿Qué otros factores debemos cuidar?
El efecto de la luz, pues esta también estimula el neocórtex. Hoy sabemos de la existencia de una “hormona de la oscuridad”, la melatonina. Para prepararse para dormir una persona apaga las luces, y eso favorece la generación de melatonina, la cual reduce la actividad neocortical. Así ayuda a la persona a dormirse, a “caer en el sueño”, de la misma manera en que puede ayudar a una mujer a “caer en trabajo de parto”. Otra situación que estimula el neocórtex es la sensación de ser observados. Esto tiene muchas implicancias prácticas: se puede contrastar a una matrona parada enfrente de una mujer en trabajo de parto, observándola, con otra que se sienta en un rincón sin llamar la atención. Debemos tener cuidado también con cualquier instrumento de vigilancia, como cámaras, monitores, equipos médicos, etc. Esta necesidad básica no está bien comprendida en general por el mundo médico ni siquiera entre los promotores del parto natural.
Son todas cosas bastante simples en realidad.
Son cosas de sentido común pero que se han olvidado. La sensación de seguridad es lo central. ¿Y cuál es el prototipo de la persona con quien te puedes sentir segura sin sentirte observada? Esa persona es la madre. De ahí viene la palabra matrona. Por eso es muy importante redescubrir su rol como una madre, una mujer protectora. Eso implica un redescubrimiento de lo que es la partería auténtica y la importancia de la protección del parto. El desafío en el siglo XXI no es adquirir conocimiento, sino retomar el conocimiento adquirido desde antiguo y que está en contradicción con los condicionamientos culturales que tenemos.
Empoderar a la madre
¿Cuáles son los principales condicionamientos culturales que nos afectan?
Después de miles de años de sociabilización del nacimiento, el condicionamiento cultural dominante es que una mujer no tiene el poder de dar a luz por sí misma, y hay necesidad de interferencias externas. El resultado es que la mayoría de las mujeres necesitan asistencia farmacológica y otras intervenciones, la institución médica hace el trabajo de “sacar” a los bebés. Esto desempodera a la mujer y está en contradicción con lo que entendemos desde la perspectiva fisiológica, donde la clave es la protección de un proceso involuntario.
¿Por qué usted dice que hay que mamiferizar el parto en lugar de humanizarlo?
Porque estas necesidades básicas de las mujeres no son específicamente humanas. Todos los mamíferos necesitan sentirse seguros para poder dar a luz. Si una hembra de cualquier especie está lista para parir, en la selva, y percibe la presencia de un depredador, libera adrenalina y tiene energía para pelear o escapar. Y lo que hace es posponer el parto para cuando se sienta segura. Por eso es necesario eliminar el lenguaje, y todo lo que es específicamente humano, para satisfacer las necesidades básicas mamíferas. Por lo mismo nunca uso el término “humanización” del parto. Yo hablo de “mamiferizar” el parto. Incluso, cuando quiero ser provocador, recalco que lo más específicamente humano es usar herramientas, por lo que el más alto grado de parto humanizado es la cesárea.
¿Cuáles piensa que son las consecuencias para la sociedad de la alta tasa de cesáreas?
El próximo mes en París habrá una conferencia sobre obstetricia y ginecología, y me pidieron que hablara sobre el futuro de una humanidad nacida por cesárea. No puedo dar respuestas. Solo puedo decir que es importante hacerse esta pregunta. Hay una tendencia de plantear los objetivos de una manera negativa, y normalmente se dice que se debe reducir el porcentaje de cesáreas. Pero esto puede ser peligroso como objetivo en sí. Si la obsesión es reducir el número de cesáreas, el efecto pueden ser partos vaginales más largos y difíciles, que al final llevan al uso de fórceps y cesáreas de emergencia. Por lo tanto este no debiera ser el primer objetivo. El objetivo debe expresarse de manera positiva: ¿qué hacer para que la mayoría de las mujeres den a luz gracias a la liberación de un coctel de hormonas del amor? Y la conclusión es, una vez más: satisfacer las necesidades básicas de la mujer en el momento del parto, para que este ocurra fácilmente y como tiene que ser.