Existen pocos momentos en la vida de una persona tan transformadores como el período de embarazo, el nacimiento y el posparto.
Son tiempos que se viven con intensidad y en los que todo se pone en movimiento.
Se produce un estado de apertura, de riesgo, en el que el espíritu se inquieta, todo se disloca, cambia de lugar, de forma. Es el momento de dejar morir lo viejo para renacer en lo otro y transformarse.
Podemos considerarlos como estados alterados de la vida, término que remite a lo "alter", es decir a "lo otro", y que se refiere a los nuevos aspectos de nosotros que emergen, a los nuevos estados de nuestra existencia, al otro que llevamos dentro y que, aunque tan próximo, nos resulta a la vez extraño.
Pero la alteración a la que nos referimos también alude a la vivencia de devenir otro. En esta etapa se inicia el proceso de devenir madre, padre, hijo, y además se moviliza la vida de todos los que están en relación con aquel que nace y con aquellos que gestan.
Por otra parte, la palabra "embarazo" alude a lo embarazoso, a lo confuso, a lo que no permite diferenciación con el otro. A lo que necesitará del parto como experiencia para separarse. Separación del hijo que se tuvo con otro, quien a su vez actuará como soporte de su alteridad.
Es una vivencia que puede considerarse iniciática, en la que es posible inaugurar nuevos repertorios de conductas que lleven a una transformación tanto corporal como emocional y espiritual en las vidas de quienes lo transiten. Un buen período para generar un espacio de trabajo propio en el cual incorporar recursos que no sólo serán útiles durante el embarazo y el nacimiento, sino también para la vida.
Fragmento del prólogo del libro "El embarazo transformador" de Viviana Tobi

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