El llanto es el lenguaje de los bebés, su única vía de expresión; “tengo hambre”, “quiero caricias”, “me duele la panza”, pueden ser algunos de los muchos mensajes que trata de comunicarnos cuando llora.
Descifrar su molestia no siempre es fácil, pero lo podemos intentar sin ansiedad y con mucha calma. Lo que menos necesita nuestro bebé es que le trasmitamos nuestros nervios.
En el primer trimestre es común que los bebés lloren y que no sea fácil calmarlos. Algunos lo hacen porque tienen cólicos, otros simplemente expresan así el trabajo que les da adaptarse a tantos estímulos nuevos cada día. Nuestra función será intentar calmarlo con voz y movimientos suaves y/o masajes.
El llanto persistente de los bebés puede ser muy irritante. Cuando sentimos que nos es imposible tolerar el llanto, lo más razonable es dejar al bebé seguro en su cuna, alejarnos, y pedirle a otra persona que se ocupe de él o ella en ese momento.
Sentir enojo no nos convierte en malos padres, pero no debemos trasmitírselo al bebé. Si los sentimientos de enojo e irritación se mantienen, se puede pedir consejo y ayuda.
UNICEF, 2011
Elaboró: Lic. Carmen Lozano S.